martes, 2 de octubre de 2012

El último tango de Salvador Allende

Imagen de Salvador Allende en un sello de 

Roberto Ampuero
El último tango de Salvador Allende
Plaza & Janés, 2012

Para un español como yo, la figura de Salvador Allende (1908-1973) está envuelta en un aura de mito histórico, del que solo parece emerger la imagen iconográfica de alguien que dio su vida por defender las libertades democráticas de su pueblo frente a la agresión de la derecha, de los militares y en contra de inquietantes confabulaciones internacionales. Para los chilenos su figura, a buen seguro, será mucho más conocida y cercana, aunque es probable que ocurra como con la de todo personaje histórico, más aún cuando dista tan poco tiempo, siempre estirado hacia un lado u otro según pasiones políticas, emocionales y sociales.
Roberto Ampuero
Este libro, delicado casi como un poema, mejor, casi como la letra de un tango apasionado, está escrito por uno de los narradores más conocidos del Chile actual: Roberto Ampuero, que sufrió el exilio durante el terrorífico régimen del militar golpista Augusto Pinochet (1915-2006) y que actualmente representa a su país como embajador en México. Con la cadencia de la música popular, tan sensible a los sentimientos pasajeros de los ciudadanos que la crean y escuchan, El último tango de Salvador Allende nos lleva por dos historias separadas en el tiempo que se unen en un especio común: el Chile de los últimos tiempos del difícil gobierno de Allende que desembocó en la asonada militar de Pinochet y en la posterior represión que ejercieron los militares contra todo aquel que pudiera tener indicios de ser progresista. Dos historias que son la de dos bandos, dos maneras de mirar el mundo y dos bloques: el individualismo capitalista que enfrentó a Estados Unidos con el comunitario socialismo de la Unión Soviética durante la Guerra Fría.
Durante el breve y esperanzador gobierno de izquierdas de Allende, las estructuras de inteligencia estadounidenses colaboraron y apoyaron cualquier tipo de rebelión que pusiera en jaque el estado constitucional chileno, con el fin de impedir que otro estado comunista se instalara, como el de Cuba, en el continente americano. Por otro lado, la Unión Soviética denegó su ayuda directa a Allende (incluso en el terreno del abastecimiento alimentario) con una argumentación que postulaba que ya era suficiente con sustentar a Cuba en el continente.
Grafiti con la imagen de Salvador Allende
Es en ese contexto histórico, con crisis de abastecimiento, huelgas, actos terroristas y gran desestabilización social, cuando un panadero, Rufino, entra al servicio del presidente Allende, como asistente alimentario, cocinero, panadero y, sobre todo, confidente, pues en su juventud ambos fueron compañeros de formación política y contrincantes de ajedrez. En las conversaciones que entablan el Doctor (como llamaban al presidente) y el panadero, descubrimos una faceta íntima, personal, privada de esa figura mítica y universal que representa Allende, aunque el escritor Ampuero insiste en que todo es fruto de su invención, que se trata de una ficción que se enriquece con la magnitud de aquel gran personaje real que dio su vida en el asalto al Palacio de la Moneda.
En otro plano temporal, veinte años después del golpe de Pinochet, David Kurtz, antiguo agente de la CIA en el Chile de Allende, recibe el encargo de su hija moribunda de entregarle sus cenizas cuando fallezca a una persona chilena que él nunca conoció. En su viaje a Chile para cumplir el último deseo de su hija, David se topa de nuevo con los recuerdos inconfesables de quien trabajó para desestabilizar el régimen democrático de Allende. Desde su absoluto desconocimiento de la realidad social y emocional chilena, el exagente va encontrándose poco a poco con un mundo que desconocía, con una historia, la de su hija, que estaba en las antípodas de lo que su cuadriculada mente de servidor de intrigas políticas le hubiera permitido imaginar, quizás va dudando de algunos patrones que parecían firmes como cimientos de su vida...
A poco menos de un año del 40 aniversario del golpe de estado que significó la caída y muerte de Allende y el advenimiento, hasta 1990, de un período gris con el gobierno dictatorial de Pinochet, resulta magnífico acercarse, aún en el terreno de la ficción, a la vida íntima, personal y privada de un personaje que se postuló como defensor de los más necesitados y de la democracia, apostando por un socialismo que nunca quiso convertirse en un régimen como el cubano o el soviético. Una historia de emociones, interrogantes y soledades que quizás no sea real pero que late con el pulso de lo vivo.
Javier Herrero

1 comentario:

  1. Además este libro es casi un manual del tango porteño. Capítulo a capítulo vamos descubriendo lo esencial de ese género universal. Para una nueva edición, sugiero a los editores que lo publiquen con un disco que sea la banda sonora del libro, para ir escuchándola mientras se lee.

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