viernes, 30 de mayo de 2014

100 ideas que cambiaron la moda



Harriet Worsley
100 ideas que cambiaron la moda
Blume, 2011

Moda = Cambio = Polémica= Moda
Porque no solo los cambios se dan en la tecnología, en la industria o en la política, sino que también los podemos ver (y muy claramente) en las prendas de vestir (en la moda), podemos notar cómo ha ido evolucionando la ropa desde la edad de piedra hasta nuestra época actual. Y cómo sigue evolucionando cada día, rápidamente, sin detenerse nunca.
El libro 100 ideas que cambiaron la moda, que analiza este fenómeno desde el inicio del siglo XX hasta 2010, destacan y explica los grandes y revolucionarios cambios en la prenda femenina.  Y lo hace presentado cronológicamente la línea temporal de la moda para dar énfasis a los puntos de inflexión que han marcado dicha evolución.
Cada idea novedosa que se ha aplicado a la prenda de vestir puede verse en este libro, muy visual, escrito por la especialista inglesa Harriet Worsley, que nos enseña lo que en su momento  hizo captar los focos de atención y, de esa forma, desviar el curso de la moda para dar entrada a una nueva expresión en la forma de vestirse.
El libro nos expone de una manera animada e informada las prendas más cotidianas, con datos interesantes, curiosos e incluso anecdóticos. Como el gran escándalo que supuso la aparición del primer biquini cuando, para darle promoción, una conocida bailarina stripper, Micheline Bernardini, que se atrevió a ponérselo para presentarlo en sociedad; o las camisas, que en sus inicios eran solamente prendas interiores masculinas; o los ribetes de los vaqueros se desarrollaron para fortalecer los pantalones de trabajo durante la fiebre del oro...


Una reflexión que puede hacerse al analizar estos movimientos es que todas las ideas que se presentan y analizan surgieron en su momento como contestación a diferentes circunstancias sociales, políticas, bélicas... cocluyendo que las ideas u ocurrencias más simples son en definitiva los mejores inventos. La reacción de la moda a los acontecimientos mundiales de carácter político ha conllevado de forma paralela un cambio importantísimo: la emancipación de la mujer, que ha sido uno de los mayores cambios del siglo XX, y para el la moda dupuso un acicate y, de manera inversa, a medida que se conseguían más derechos, influía en la moda de manera muy poderosa. Otro cambio fue la llegada de los adolecentes en los años cincuentas, con sus movimientos de subcultura, lo que provocó un cisma: el derrumbe en pleno siglo XX de la teoría de que la vestimenta marca el estatus social.
Pasado el tiempo, la moda se ha presentado como un fenómeno global, sobre todo a partir de la aparición de internet, de las movilizaciones sociales y, claro, cómo no, de la producción en serie. Todos estos cambios sociales, tecnológicos e industriales han conseguido cambiar las reglas del juego dentro del mundo de la moda, que ya no es exclusiva de las clases pudientes.


En definitiva, este libro ofrece una vista panorámica de la historia de la moda durante el siglo XX y en los inicios de este siglo XXI, a través de cien ocurrencias significativas que han marcado el devenir de la reciente historia de las maneras de vestir (sobre todo, de la mujer). 100 ideas resumidas en un libro que pueden volver a tomarse actualmente y desarrollarlas para darles el enfoque personal que exigen los patrones de hoy día y así seguir innovando como lo han hecho en el pasado.
Harriet Worsley estudió diseño de moda en el Central Saint Martins College of Art & Desing (Londres), y trabaja actualmente como profesora de comunicación y periodismo en temas de moda. Es autora de varios libros, todos ellos relacionados con este fascinante mundo de la moda.
LOCH

viernes, 16 de mayo de 2014

El unicornio

Iris Murdoch


Iris Murdoch
El unicornio
Impedimenta, 2014

Probablemente, muchos pueden recordar la escena en la que Rebeca –intrepretada por una dulce Joan Fontaine (1917-2013)– llega por primera vez a Manderley, la mansión de Maximilian de Winter –con un efectivo y sobrio Laurence Olivier (1907-1989)–. con quien se ha casado en segundas nupcias, al inicio de la película Rebeca, dirigida en 1940 por Alfred Hitchcock (1899-1980). Basada en una novela homónima de la escritora británica Daphne du Maurier (1907-1989), se trata de una historia en la que la mansión. el espacio, la memoria –expresada y oculta– y los personajes que habitan ese entorno, se convierten en los protagonistas absolutos de la trama, creando una intensa e inquietante aura de misterio y opresión al lector-espectador.

Algo similar sucede en la novela El unicornio, escrita en 1963 por la escritora Iris Murdoch (1919-1999), irlandesa de nacimiento y londinense de adopción y una de las escritoras británicas más importantes del pasado siglo. Se trata de una narración con una personalidad absolutamente poderosa, trágica y tremendamente moderna, que se aleja, según apunta en el prólogo del libro Ignacio Echeverría, de la fórmula habitual de la escritora, de ese “maravilloso arte novelístico de Murdoch: una irresistible combinación de vodevil filosófico, alta comedia y fábula moral. todo ello pasado por el tamiz de Shakespeare, siempre Shakespeare”.
Pues bien, El unicornio, sin abandonar del todo las líneas maestras de la genial escritora, tiene algo de novela gótica, de axfisiante relato macabro en el que el entorno donde se suceden los acontecimientos ejerce un intenso poder de transformar la mente y las actitudes de los que lo habitan.
Indecisa y temerosa, Marian Taylor llega al castillo de Gaze a desempeñar un poco definido trabajo como institutriz para el que ha sido contratada. Dicho edificio se halla en una zona espantosamente aislada, desolada por completo y, a la vez, dotada de una desasosegante belleza con su cercanía a los ariscos acantilados que dan a un mar siempre furibundo y rodeada por tierra de peligrosas ciénagas. Todos estos detalles confluyen ara que los sentimientos de irrealidad broten espontáneos, de manera casi natural, en el ánimo de la joven. Para incidir aún más en su estupor y en sus miedos, al llegar al castillo se entera de que no ha sido llamada para instruir a unos niños, sino para tratar de hacerlo, a la vez que acompañar, a una fascinante mujer, Hannah, que parece ser el centro de las atenciones de todos los personajes que habitan la mansión e, incluso, de los escasos y poco comunicativos vecinos que tiene el lugar.
Un misterio rodea a la mujer que, además, parece ser víctima de algo así como una condena. Parece estar prisionera en su propia vivienda por motivos que nunca le son explicados a Marian sin misteriosos trabalenguas y circunvoluciones conversacionales.
La maravillosa prosa de Iris Murdoch logra crear unos personajes vibrantes, Marian, Hannah, los familiares, sirvientes, los vecinos, e incluso alguna entelequia presente por su misma ausencia... todos ellos provocan en el lector fuertes impresiones llenas de afinidades o rechazos. Entre todos los personajes se crean vínculos extraños, quizá enfermizos, casi propios de ensoñaciones, y Marian, la más reciente del lugar, no logra descifrar las causas de esos comportamientos, tan inquietantes, imprevisibles, variables y hasta temibles, aunque con todos ellos crea empatías irreprimibles y miedos irreflexivos.
El mar, el viento, la lluvia, las nubes, el mismo aislamiento, la peligrosa ciénaga... Todo ello contribuye a que entre los protagonistas de El unicornio se generen ardientes pasiones. Es una novela llena de erotismo y de sexo larvados; de fascinación por el otro, tanto intelectual como física; una novela asfixiada por la pasión y los amores, en muchas direcciones, equívocos y en contnua transformación; es un texto donde la esperanza de los deseos se ve convertida en ahogo y desconsuelo y en donde el entorno se convierte en cárcel viva que impide salir a los protagonistas de su ámbito de influencia... Quizá porque en el fondo de todo ello se oculta una terrible historia que nadie se atreve a sacar a la luz.
Si IRebeca soñó una noche que llegaba a Manderley, Marian verá como sus esperanzas y deseos se transforman en algo irreconocible, algo que no puede definir, algo siniestro o, quizá, algo lleno de amor.
«…Ella y Denis eran nada más que sirvientes acabados. El mundo de los seres humanos llegaba para ellos a su fin. Ya solo podían esperar a que Gerald apareciera y los condujera a latigazos a las cuadras y los transformara en cerdos»
Que no se confunda nadie con esta impactante frase. No es terror. No es fantasía. Es todo eso y mucho más. Murdoch crea un sobrenatural universo con personajes fascinantes que sorprende en cada capítulo, y escrito todo ello con una belleza de lenguaje tan sobrecogedora como la historia que describe.
Javier Herrero

miércoles, 14 de mayo de 2014

Trabajos de amor ensangrentados

Edmund Crispin

Edmund Crispin
Trabajos de amor ensangrentados
Imedimenta, 2014

Bastante antes de las peripecias criminales de los personajes de Henning Mankell o de Stieg Larsson en el norte de Europa, o de las de Petros Márkaris y Andrea Camilleri en el sur de Europa... hubo un tiempo en el que deslumbraron otros escritores de tramas policíacas y detectivescas, siguiendo las estelas deductivas de Sherlock Holmes o de las novelas de Agatha Christie (1890-1976). Si bien es cierto que siempre la novela negra ha gozado de buenos autores y de un gran seguimiento del público (debe de ser que somos un poco morbosos).

Uno de los atores más famosos del género en su época fue Edmund Crispin (1921-1978), Bruce Montgomery de nombre real e inglés por los cuatro costados, publicó nueve novelas y dos colecciones de cuentos, todas ellas protagonizadas por un flemático y educado profesor de Oxford y detective astuto y aficionado, Gervase Fen, que, con su sencillez y tranquilidad para abordar los intrincados argumentos delictivos con los que se encuentra, se ha convertido en un clásico de la novela de detectives.
La editorial Impedimenta está publicando toda la saga de Gervase Fen. Comenzó en 2011 con La juguetería errante (1946), quizá su obra maestra, y a esta le siguió El canto del cisne (1947). Tras ellas, ha publicado Trabajos de amor ensangrentados (1948) que, tras su hermoso título, esconde una entretenida trama en el trasfondo de los actos preparativos para el fin de curso en la escuela Castrevenford. Allí desaparece una alumna y dos profesores son misteriosa y cruelmente asesinados. Todo ello se complica con la aparición del cadáver de una anciana en una población cercana y de un extraño manuscrito que puede ser clave para desentrañar todos estos misterios.
Es un libro entretenido, sagaz y repleto de frases llenas de cinismo y de ese refinado humor típicamente británico. Crispin nos envuelve con sus intrigas y con la cultura, las costumbres, las rutinas y las manías de sus encantadores personajes (entre los que, incluso, se encuentra un curioso perro sabueso con demencia senil). Personajes típicos del five o’clock tea que pueden ser perfectamente descritos en una frase del director de la escuela:
«—Todo avance implica un cambio— apuntó Fen sin mucho entusiasmo. La hora del desayuno no era precisamente su mejor momento del día.
—Entonces todo avance es malo— dijo el director dogmáticamente».
Brillante, amena, irónica y, por momentos, apasionante novela que seguro provocará el deseo de leer las otras ya publicadas anteriormente y de estar pendientes de la edición de las que quedan por descubrir.
Puedes leer el primer capítulo de Trabajos de amor ensangrentados pinchando aquí.
Javier Herrero

La gran belleza




Paolo Sorrentino
La gran belleza
2013 / Wanda-Cameo

Posiblemente, se trata de una de las últimas obras maestras que ha dado el Séptimo Arte. En todos los comentarios sobre esta cinta se habla de una revisitación de La dolce vita (Federico Fellini, 1960), aunque yo diría que casi lo es más de la también felliniana 8 1/2 (1963), dado que el argumento principal es la desolación emocional y el hastío vivido por el protagonista en el entorno social de la high-class en el que vive. También se acerca a Fellini en el desarrollo episódico del argumento, la multiplicidad de personajes que pululan alrededor del protagonista principal y por algunos elementos circenses y festivos que intervienen en la película.
Pero las referencias a Fellini no impiden que La gran belleza respire por sí misma, que lata con toda la intensidad que proporciona un gran argumento, unas interpretaciones gloriosas y una fotografía y unas músicas realmente delicadas y acordes a lo que literalmente reza el título. La dirección de Paolo Sorrentino es de premio (como los muchos que ha recibido).
La trama es harto sencilla: Jep Gambardella (interpretado por Toni Servillo de manera antológica) es un periodista famoso (y escritor frustrado) que vive vegetando entre los laureles de su gloria y los placeres de la alta sociedad que le necesita para dar prestigio a sus eventos. Se trata de ese personaje que nunca debe faltar en la fiesta más chic o en la reunión más presuntamente intelectual. Pero él (y, probablemente, muchos de los personajes que acompañan sus dispersas disgresiones festivas) siente un profundo hartazgo, un vacío emocional por todo cuanto sucede a su alrededor, sucesos para los que él es presuntamente un protagonista necesario.
¿En qué momento esa dolce vita se ha transformado en un mundo carente de sentido donde el seguir actuando es el único camino posible?


Solo por la virtuosa presentación de la película, una fiesta de relumbrón con la música de Raffaella Carrà y Bob Sinclar (¡qué gran versión de Far l’amore comincia tu!), Sorrentino merece entrar en la historia del cine. Ese baile alocado es como una revisión, bajo los patrones estéticos de hoy día, del episodio Paradiso per 3 ore, de la película L’amore in cittá (1953), dirigido por el también italiano Dino Risi, donde la cámara baila con los personajes de la escena al tiempo que hace una presentación perfecta de ellos con solo acercarse a sus gestos, a sus movimientos, a sus ademanes y miradas. Las fiestas de La gran belleza son locas, muy propias del mundo moderno, llenas de excesos y a la vez vacías, sin contenido más allá de una diversión carente de pensamiento. Eso es precisamente lo que le falta al protagonista. Jep necesita de algo que estimule su anodina (aunque lujosa) vida. No se trata de mujeres (que las tiene cuando quiere); no es diversión (que le sobra por los cuatro costados); no es cultura (que le provoca una mezcla de ironía y abatimiento). Quizá el recuerdo de un amor de adolescencia despierte en él algo de misericordia por su vida y existencia. Quizá la llegada de una misionera a la ciudad a la que denominan La Santa y con la que tiene la experiencia de compartir algunos insólitos momentos... quizá algunos sucesos y recuerdos aviven su mirada y la iluminen más allá de los oropeles de la fiesta, de la riqueza. Quizá...


Lo cierto es que en esta (repito) obra maestra del cine nunca Roma había salido tan guapa. Las reflexiones de la película son extensibles como muelles y alcanzan no solo a la alta sociedad que retrata, sino que también implica y atrapa a otros sectores de nuestra forma civilizada de vivir. Una vez más, el cine se muestra como un vehículo para plantear cuestiones morales, vitales y sociales, además de como un medio de transmisión de sentimientos de amor, de belleza, de melancolía, de placer, de desconsuelo...
Y, en el fondo, como Jep parece estar buscando a lo largo de toda la película, todos deseamos llegar a ese momento mágico (y siempre subjetivo) de la Gran belleza.
Puedes ver el trailer de La gran belleza pinchando aquí.
Puedes ver el episodio Paradiso per 3 ore, de Dino Risi, pinchando aquí.
Javier Herrero

martes, 13 de mayo de 2014

Crulic, camino al más allá



Anca Damian
Crulic, camino al más allá
2011 / Aquelarre-Cameo

El cine de animación ha tenido grandes escuelas en Europa del Este, en Polonia, las antiguas Checoslovaquia, la desaparecida Unión Soviética... Sin embargo, Rumanía llevaba más de dos décadas sin realizar ninguna cinta de cine animado, quizá debido a la larga transición y dura crisis que siguió a la revolución que derrocó al dictador Nicolae Ceaușescu (1918-1989).
El actual auge creativo y en festivales del cine de este país, recién integrado con plenos derechos en la Unión Europea, está permitiendo descubrir una manera de contar poco habitual, pausada, meditativa, con cierto gusto por el quietismo y una seca y a veces dura mirada hacia los problemas sociales (que siguen siendo muchos). En este dudoso club de la Europa depauperada, Rumanía sigue estando en el furgón de cola en cuanto a desarrollo y, sobre todo, en relación a unas administraciones que participan de manera aún deficiente para promover el bienestar de sus ciudadanos.
El caso de Crulic, camino al más allá, como digo, la primera película de animación en 20 años, está basado en un hecho real y tiene mucho que ver con lo que decía anteriormente. Se trata de la historia de Claudio Crulic (1975-2008), un rumano que a los 33 años viajó a Polonia en busca de trabajo o,quizá, huyendo de la apàtía de su país. Allí, en una desafortunada concatenación de circunstancias, fue detenido erróneamente acusado de robo, juzgado por ello y condenado a prisión. Sabiendo de su inocencia, Crulic escribió repetidas veces a su embajada solicitando amparo y defensa, pero esta hizo caso omiso de la petición y, en vista de ese silencio y como protesta, Crulic emprendió una huelga de hambre que, finalmente, le llevó a la muerte.


Este caso, real, transcendió a los medios de comunicación y provocó un escándalo mayúsculo en Rumanía y en las relaciones institucionales de este país con Polonia. La cinta narra un acontecmiento que, no perdiéndose en el olvido, servirá para agitar conciencias y, quizá, remover algunos cimientos de las anquilosadas estructuras burocráticas y administrativas del país de origen del protagonista.
Al margen de la denncia social que contiene esta película semidocumental, la realización técnica es sobresaliente. Su directora, Anca Damian, ha utilizado múltiples procedimientos de animación para llevarla a cabo: animación clásica mezclándola con el stop-motion, el collage fotográfico, los recortes de imágenes reales... Un alarde de montaje y de yuxtaposición de plásticas que imprimen un carácter árido y, a la vez, melancólico a esta magnífica película que, para muchos, sigue la estela de la premiada Vals con Bashir (Ari Folman, 2008), otra cinta de animación sobre la masacre de Sabra y Chatila en Palestina, pero que, por la realización llevada a cabo por Anca Damian, va mucho más allá y se convierte en una verdadera obra de arte.
Puedes ver el trailer de Crulic, camino al más allá pinchando aquí.
Javier Herrero

El paseo infinito

Una de las postales promocionales de El paseo infinito


Daniel Higiénico
El paseo infinito
Autoeditado, 2014

Daniel Soler es un artista multidisciplinar, cantante y autor de canciones, hombre total de espectáculo, clown y todo un gran maestro del escenario, capaz de llenarlo él solo con su acidez, mordacidad y sátira musical. Precisamente, en el terreno de la música, se le conoció mucho y bien por la España de los años 90 con su banda Daniel Higiénico y la Quartet de Baño Band, con la que giró presentando su intensa, divertida y heterodoxa trilogía El poder de flipar.
Pasado el boom de la banda, Daniel ha seguido grabando discos, autoeditándose y autoproduciéndose (ya lleva 12 y está preparando uno nuevo), con el nombre artístico de Daniel Higiénico. Pero, claro, a un artista musical para el que la palabra es tan importante a la hora de expresar sus inquietudes, sus amores y desacuerdos por la sociedad en la que le ha tocado vivir, irremediablemente le tenía que latir con fuerza la tentación de escribir textos más largos que los de una canción, crear frases engarzadas con el argumento propio de una novela. Y, tras un libro ya editado de cuentos, Personajes y su Hidalgo (2002), Daniel emprendió la tarea de convertirse en un autor de novela.
Y lo ha logrado. Sin duda. Lo ha conseguido. Es importante destacer que ha utilizado el sistema tan versátil y cada vez más extendido (hasta que el Gobierno se lo cargue) del crowdfunding, con 308 personas que han aportado recursos a la financiación del proyecto (ver aquí).

Daniel Higiénico
Para su novela, Daniel ha partido de sus propias dudas como escritor, de su propia inseguridad a la hora de abordar una tarea tan compleja y las ha convertido en la trama central del libro, titulado El paseo infinito.
Precisamente es el vértigo del escritor ante el papel en blanco y ante la temida falta de inspiración para llenarlo de argumentos lo que da inicio a esta loca, disparatada (a veces, absurda), endiablada, soñadora y vibrante novela. Que también, por cierto, es muy divertida, aunque a veces pueda llegar a marear con su casi 1.000 personajes (¡sí, 1.000!). Personajes que, como el edibicio que los cobija, van tomando cuerpo, van adquiriendo consistencia a medida que el escritor los cita y conforme el lector los lee. Pero, ¿no se trata esto del principio etológico de toda la literatura?
Agárrense los machos (¡perdón por la expresión!) y prepárense para viajar por un inmenso edificio en construcción, conociendo durante el trayecto a los personajes que lo habitan y a los escritores que les dan forma, que, como un juego de muñecas rusas, van descubriendo las ficciones y las realidades uno dentro del otro, escritor que escribe lo que otro le dicta que, a su vez, escribe al dictado de lo que otro escribe y así sucesivamente. Un escenario con forma de gigantesco bloque de viviendas que se convierte en una estrafalaria metáfora de la sociedad, irritantemente vital, en la que vivimos (y que tantas veces ha cantado Daniel en sus discos).
A pesar de los errores gramaticales del libro, que los hay, sin duda, y que parecen hacer compañía a un argumento ansioso de acabar convertido en novela real, introducirse en El paseo infinito es como abrir una puerta a ensoñaciones continuas, a intrigas desquiciadas y a caminos que no se sabe muy bien a dónde podrán llevar. Imagino que así ha debido de sentirse el propio Daniel mientras escribía el libro. El caudal de información convertida en personajes es abrumador y pasan tantas cosas en ese edificio que, cuando acabas la novela, te sientes un poco vacío, quizá aturdido, aunque (al menos, a mí me ha sucedido) con la sensación de haber conocido a (alguno de los muchos que hay) personakes encantadores (por majos y por mágicos).

El mundo editorial es extraño a veces. La criba de los que pomposamente se llama CULTURA (con mayúsculas) hace que queden en el camino y nos perdamos muchas aportaciones (quizá más llenas de ingenio que de calidad literaria) que no hacen sino enriquecer también nuestras propias experiencias culturales. Muchos de estos libros están realizados de manera autoeditada y, gracias a las nuevas tecnologías y a las redes sociales (como también le está sucediendo a la música) hoy pueden distribuirse y llegar a los lectores afines al margen de las editoriales y distribuidoras tradicionales.
Recuerdo otra experiencia emocionante e insólita en el mundo de la literatura cuando, durante una de las Feria del Libro del Paseo de Coches del Retiro madrileño, un individuo me ofreció su propio libro, autoeditado y distribuido mano a mano, entre los visitantes de la feria. se trata de Jaime Centurión que había escrito un libro de título muy chocante: Tocándome los cojones (1992). El atractivo de su nombre y la trama viajera que planteaba me atrayeron sobremanera y pude disfrutar de otro libro inesperado, por divertido, heterodoxo, desvergonzado y recomendable.
Un libro que, como otros y el mismo de Daniel Higiénico, pueden sufrir los dardos de la ortodoxia literaria (insito en que conviene cuidar algo más la corrección gramatical), pero que están llenos de vida, supurándola por todos los poros del papel que los contienen.
Puedes ver el book-trailer de El paseo infinito pinchando aquí.
Javier Herrero