miércoles, 14 de mayo de 2014

La gran belleza




Paolo Sorrentino
La gran belleza
2013 / Wanda-Cameo

Posiblemente, se trata de una de las últimas obras maestras que ha dado el Séptimo Arte. En todos los comentarios sobre esta cinta se habla de una revisitación de La dolce vita (Federico Fellini, 1960), aunque yo diría que casi lo es más de la también felliniana 8 1/2 (1963), dado que el argumento principal es la desolación emocional y el hastío vivido por el protagonista en el entorno social de la high-class en el que vive. También se acerca a Fellini en el desarrollo episódico del argumento, la multiplicidad de personajes que pululan alrededor del protagonista principal y por algunos elementos circenses y festivos que intervienen en la película.
Pero las referencias a Fellini no impiden que La gran belleza respire por sí misma, que lata con toda la intensidad que proporciona un gran argumento, unas interpretaciones gloriosas y una fotografía y unas músicas realmente delicadas y acordes a lo que literalmente reza el título. La dirección de Paolo Sorrentino es de premio (como los muchos que ha recibido).
La trama es harto sencilla: Jep Gambardella (interpretado por Toni Servillo de manera antológica) es un periodista famoso (y escritor frustrado) que vive vegetando entre los laureles de su gloria y los placeres de la alta sociedad que le necesita para dar prestigio a sus eventos. Se trata de ese personaje que nunca debe faltar en la fiesta más chic o en la reunión más presuntamente intelectual. Pero él (y, probablemente, muchos de los personajes que acompañan sus dispersas disgresiones festivas) siente un profundo hartazgo, un vacío emocional por todo cuanto sucede a su alrededor, sucesos para los que él es presuntamente un protagonista necesario.
¿En qué momento esa dolce vita se ha transformado en un mundo carente de sentido donde el seguir actuando es el único camino posible?


Solo por la virtuosa presentación de la película, una fiesta de relumbrón con la música de Raffaella Carrà y Bob Sinclar (¡qué gran versión de Far l’amore comincia tu!), Sorrentino merece entrar en la historia del cine. Ese baile alocado es como una revisión, bajo los patrones estéticos de hoy día, del episodio Paradiso per 3 ore, de la película L’amore in cittá (1953), dirigido por el también italiano Dino Risi, donde la cámara baila con los personajes de la escena al tiempo que hace una presentación perfecta de ellos con solo acercarse a sus gestos, a sus movimientos, a sus ademanes y miradas. Las fiestas de La gran belleza son locas, muy propias del mundo moderno, llenas de excesos y a la vez vacías, sin contenido más allá de una diversión carente de pensamiento. Eso es precisamente lo que le falta al protagonista. Jep necesita de algo que estimule su anodina (aunque lujosa) vida. No se trata de mujeres (que las tiene cuando quiere); no es diversión (que le sobra por los cuatro costados); no es cultura (que le provoca una mezcla de ironía y abatimiento). Quizá el recuerdo de un amor de adolescencia despierte en él algo de misericordia por su vida y existencia. Quizá la llegada de una misionera a la ciudad a la que denominan La Santa y con la que tiene la experiencia de compartir algunos insólitos momentos... quizá algunos sucesos y recuerdos aviven su mirada y la iluminen más allá de los oropeles de la fiesta, de la riqueza. Quizá...


Lo cierto es que en esta (repito) obra maestra del cine nunca Roma había salido tan guapa. Las reflexiones de la película son extensibles como muelles y alcanzan no solo a la alta sociedad que retrata, sino que también implica y atrapa a otros sectores de nuestra forma civilizada de vivir. Una vez más, el cine se muestra como un vehículo para plantear cuestiones morales, vitales y sociales, además de como un medio de transmisión de sentimientos de amor, de belleza, de melancolía, de placer, de desconsuelo...
Y, en el fondo, como Jep parece estar buscando a lo largo de toda la película, todos deseamos llegar a ese momento mágico (y siempre subjetivo) de la Gran belleza.
Puedes ver el trailer de La gran belleza pinchando aquí.
Puedes ver el episodio Paradiso per 3 ore, de Dino Risi, pinchando aquí.
Javier Herrero

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