viernes, 16 de mayo de 2014

El unicornio

Iris Murdoch


Iris Murdoch
El unicornio
Impedimenta, 2014

Probablemente, muchos pueden recordar la escena en la que Rebeca –intrepretada por una dulce Joan Fontaine (1917-2013)– llega por primera vez a Manderley, la mansión de Maximilian de Winter –con un efectivo y sobrio Laurence Olivier (1907-1989)–. con quien se ha casado en segundas nupcias, al inicio de la película Rebeca, dirigida en 1940 por Alfred Hitchcock (1899-1980). Basada en una novela homónima de la escritora británica Daphne du Maurier (1907-1989), se trata de una historia en la que la mansión. el espacio, la memoria –expresada y oculta– y los personajes que habitan ese entorno, se convierten en los protagonistas absolutos de la trama, creando una intensa e inquietante aura de misterio y opresión al lector-espectador.

Algo similar sucede en la novela El unicornio, escrita en 1963 por la escritora Iris Murdoch (1919-1999), irlandesa de nacimiento y londinense de adopción y una de las escritoras británicas más importantes del pasado siglo. Se trata de una narración con una personalidad absolutamente poderosa, trágica y tremendamente moderna, que se aleja, según apunta en el prólogo del libro Ignacio Echeverría, de la fórmula habitual de la escritora, de ese “maravilloso arte novelístico de Murdoch: una irresistible combinación de vodevil filosófico, alta comedia y fábula moral. todo ello pasado por el tamiz de Shakespeare, siempre Shakespeare”.
Pues bien, El unicornio, sin abandonar del todo las líneas maestras de la genial escritora, tiene algo de novela gótica, de axfisiante relato macabro en el que el entorno donde se suceden los acontecimientos ejerce un intenso poder de transformar la mente y las actitudes de los que lo habitan.
Indecisa y temerosa, Marian Taylor llega al castillo de Gaze a desempeñar un poco definido trabajo como institutriz para el que ha sido contratada. Dicho edificio se halla en una zona espantosamente aislada, desolada por completo y, a la vez, dotada de una desasosegante belleza con su cercanía a los ariscos acantilados que dan a un mar siempre furibundo y rodeada por tierra de peligrosas ciénagas. Todos estos detalles confluyen ara que los sentimientos de irrealidad broten espontáneos, de manera casi natural, en el ánimo de la joven. Para incidir aún más en su estupor y en sus miedos, al llegar al castillo se entera de que no ha sido llamada para instruir a unos niños, sino para tratar de hacerlo, a la vez que acompañar, a una fascinante mujer, Hannah, que parece ser el centro de las atenciones de todos los personajes que habitan la mansión e, incluso, de los escasos y poco comunicativos vecinos que tiene el lugar.
Un misterio rodea a la mujer que, además, parece ser víctima de algo así como una condena. Parece estar prisionera en su propia vivienda por motivos que nunca le son explicados a Marian sin misteriosos trabalenguas y circunvoluciones conversacionales.
La maravillosa prosa de Iris Murdoch logra crear unos personajes vibrantes, Marian, Hannah, los familiares, sirvientes, los vecinos, e incluso alguna entelequia presente por su misma ausencia... todos ellos provocan en el lector fuertes impresiones llenas de afinidades o rechazos. Entre todos los personajes se crean vínculos extraños, quizá enfermizos, casi propios de ensoñaciones, y Marian, la más reciente del lugar, no logra descifrar las causas de esos comportamientos, tan inquietantes, imprevisibles, variables y hasta temibles, aunque con todos ellos crea empatías irreprimibles y miedos irreflexivos.
El mar, el viento, la lluvia, las nubes, el mismo aislamiento, la peligrosa ciénaga... Todo ello contribuye a que entre los protagonistas de El unicornio se generen ardientes pasiones. Es una novela llena de erotismo y de sexo larvados; de fascinación por el otro, tanto intelectual como física; una novela asfixiada por la pasión y los amores, en muchas direcciones, equívocos y en contnua transformación; es un texto donde la esperanza de los deseos se ve convertida en ahogo y desconsuelo y en donde el entorno se convierte en cárcel viva que impide salir a los protagonistas de su ámbito de influencia... Quizá porque en el fondo de todo ello se oculta una terrible historia que nadie se atreve a sacar a la luz.
Si IRebeca soñó una noche que llegaba a Manderley, Marian verá como sus esperanzas y deseos se transforman en algo irreconocible, algo que no puede definir, algo siniestro o, quizá, algo lleno de amor.
«…Ella y Denis eran nada más que sirvientes acabados. El mundo de los seres humanos llegaba para ellos a su fin. Ya solo podían esperar a que Gerald apareciera y los condujera a latigazos a las cuadras y los transformara en cerdos»
Que no se confunda nadie con esta impactante frase. No es terror. No es fantasía. Es todo eso y mucho más. Murdoch crea un sobrenatural universo con personajes fascinantes que sorprende en cada capítulo, y escrito todo ello con una belleza de lenguaje tan sobrecogedora como la historia que describe.
Javier Herrero

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