Michel Hazanavicius
The Artist (2011) Cameo
Parece mentira lo que puede dar de sí la falta de palabra. Estamos tan acostumbrados a que todo tenga su propia voz que, cuando esta falta, nuestra atención se dispara de inmediato por su ausencia. Ya lo han utilizado con fortuna algunos publicistas que, en medio del atronador murmullo de la publicidad televisada, han intercalado el silencio para provocar un shock en la rutina sonora.
El caso es que el director, actor y guionista francés Michel Hazanavicius pareció hacerse una pregunta cuando se le ocurrió la idea de filmar The Artist: ¿cómo llegar a todo el mundo filmando una película? y, sobre todo, ¿cómo asaltar el olimpo hollywoodiense desde el cine francés? La respuesta, por sencilla, es sencillamente genial: eliminar los diálogos; es decir, hacer una película muda.
The Artist ha sido, no como mucha gente dice, un acto de valentía en un mundo de cine sonoro. Ha sido un perfecto trabajo de marketing, un estudio de mercado que ha dado de lleno en el centro de la diana del éxito. Porque, además, The Artist es un engranaje narrativo que rueda sin roces, sin molestias, con una perfección absoluta. La historia, sencilla y muchas veces filmada, es la de un actor que es una gran estrella durante la época del cine mudo y se hunde con la llegada del sonoro.
Es también la historia de un amor, muy al estilo de Charles Chaplin (1889-1977), entre una joven actriz que empieza y el actor protagonista, un amor que trasciende las circunstancias de cada uno y se impone al final para lograr el perfecto happy-end.
Pero, claro, esta es una película muda filmada en pleno siglo XXI, con las más modernas técnicas cinematográficas a disposición del director y con una experiencia de más de un siglo contando historias con la imagen en movimiento. Todo en The Artist es perfecto. La iluminación, los decorados, las interpretaciones, las escenas... ¡Ah! también el perro protagonista. Pero, por encima de todo, la música, compuesta por Ludovic Bource, que se convierte en la gran protagonista de la película. Una banda sonora, tambien con ese aire del Hollywood más clásico y divino, que sirve para poner todos los acentos y matices en la narración.
¡Que listo es Hazanacicius haciendo que todo el mundo pueda entender una historia amable, simpática y, eso sí –que a todos nos viene bien un poco de esto– con final feliz! No es la gran película de la historia del cine, pero sí un agradable episodio que nutre el espíritu con buenas vibraciones, como en su momento lo consiguió también otra película francesa de éxito internacional: Amélie (2001) del director Jean-Pierre Jeunet. Al menos, por una vez, esos tan a veces denostados premios Oscar que ha recibido esta película, sí son merecidos.
Puedes ver el trailer oficial de The Artist pinchando aquí.
Javier Herrero
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