Fotografía: Javier Herrero
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Li Chi Pang
En la galería comercial de la calle San Bernardo, 5 de Madrid, encontrarán una pequeña tiendecita, Asia, de venta de productos de alimentación oriental. Aparentemente es una más de las que abundan en las grandes ciudades regentadas por ciudadanos de origen chino. Pero dentro, entre los arroces, salsas de soja y fideos, se esconde arte, mucho arte.
El tendero-maestro Li Chi Pang es como una isla de calma en la bulliciosa ciudad. En su pequeña tienda de comestibles tiene desde hace ya unos años un reducido taller en el que enseña los secretos de la pintura tradicional china a todo el que esté interesado en esta técnica milenaria. La relación entre su visión del mundo y el que le rodea es uno de los argumentos de nuestra conversación, llena de alusiones a lo contemporáneo.
¿Cuándo llegó a España y por qué vino aquí?
Llegué hace más de treinta años y lo hice porque sabía que España es un país de arte. Además, acoge a los emigrantes y por supuesto, me encanta el estilo de vida de aquí.
¿Cómo se le ocurrió convertir la trastienda en una escuela de pintura y caligrafía china?
Pinto desde los diez años. A pesar de abrir la tienda, nunca dejé la pintura, siguiendo la tradición de los pintores letrados.
La tienda por delante. En la trastienda el arte. ¿Qué alimenta más?
La tienda me da con que vivir y la trastienda me da la vida.
Se suele diferenciar entre pintura contemporánea y pintura tradicional china. Pero entre ambas no debe existir diferencia. La respuesta más fácil en lo que se refiere a la pintura china es que la tradición es como una raíz que se desarrolla hacia la luz y la flor sería lo contemporáneo. El pintor debe tener un lenguaje contemporáneo y conocer a los pintores occidentales históricos. Ambas culturas unidas ayudan a crear un nuevo estilo en el mundo del arte.
Creo que la pintura china se ha expresado de un modo marcadamente abstracto, aunque tampoco ha sido ajena a lo que denominamos realismo. Sin embargo, esto no es lo más importante. A mi entender lo esencial es la búsqueda para expresar el “dinamismo interior” de la naturaleza, la esencia de las cosas. Por ello, todas las influencias de los cambios habidos en la sociedad, los distintos lenguajes formales que se generan, en cualquier época y civilización, serían, desde este punto de vista, aspectos secundarios y temporales.
¿Qué es lo más difícil de enseñar a un alumno de sus clases?
El control del agua en el pincel, puesto que, una vez mojado el papel chuen [de arroz], ya es muy difícil corregir cualquier error. Artísticamente, lo más complicado es que los alumnos sientan la esencia del arte oriental, que está más allá de las épocas, civilizaciones y de debates entre lo tradicional y lo contemporáneo. Lo más importante es que nada de esto se convierta en una cárcel que impida al artista expresar ese “dinamismo interior”.
¿Puede haber mestizaje entre el arte chino y el de aquí?
Por supuesto. Recuerdo a un alumno que tuve, François Maréchal, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que aprendió lo que yo pude enseñarle y lo aplicó y transformó a su arte. Luego yo fui a su taller a aprender de su técnica y de su modo de expresarse.
La caligrafía china convierte la palabra en arte...
La caligrafía china es un arte. Gran parte de las pinceladas de la pintura china proceden de las pinceladas de la caligrafía china.
Fotografía: Javier Herrero
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Ve posible entrar en los circuitos artísticos de Madrid?
No lo sé. Lo que más me importa es el acto y el placer de pintar.
La trastienda puede quedarse pequeña... ¿Seguirá dando clases ahí o tiene pensado ampliar?
No he pensado en eso. Llevo mucho tiempo aquí y me siento bien. Lo importante es que el artista pueda expresarse libremente, aprovechando una riquísima diversidad de lenguajes para transmitir con su pintura ese aspecto fundamental, esa “esencia” de la naturaleza.
Javier Herrero
(Entrevista realizada en marzo de 2006)
Escuela de pintura y caligrafía del Profesor Li Chi Pang. Tienda Asia. Galería Comercial. C/ San Bernardo, 5. Madrid
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