Jim Woodring
Frank (Fulgencio Pimentel, 2010)
Si hay algo que puede diferenciar al Noveno Arte de cualquier otra disciplina artística es la desbordante capacidad expresiva que puede llegar a mostrar. El cómic puede alejarse como ningún otro arte de los corsés plásticos o afines a la moda imperante que a veces pueden llegar a cohibir la expresividad del artista. Una deslumbrante capacidad para explorar y descubrir que, en ocasiones, otras artes han imitado y explotado sus hallazgos (sobre todo, el cine). Y es en este Arte donde se descubren de cuando en cuando algunos artistas que se salen de todo tipo de catalogación o encasillamiento. Uno de ellos es el norteamericano Jim Woodring, autor de una de las más hipnóticas, soñadoras y revolucionarias series, si es que como serir puede denominarse la colección de historias de su personaje Frank, del que ahora, por primera vez en castellano, se edita una edición (primorosa, por cierto).
Decir “en castellano” es un simple formulismo puesto que la mayoría de las aventuras de este curioso personaje homínido (con forma levemente parecida a algún gato disneyniano) son sin palabras, mudas, mímicas; son historias que no necesitan traducción y en las que el lector-espectador-soñador puede introducirse con facilidad, si es que está dispuesto a dejarse llevar por la fabulosa imaginería que en las páginas de Woodring se despliega.
Llenas de personajes extraños, de paisajes que lindan con lo surreal, de situaciones que parecen extraídas de un sueño (o de una pesadilla), las historias de Frank nos conducen por una realidad que puede parecer ilógica pero que se sostiene en sí misma como sostienen su cordura los sueños mientras se sueñan. La imaginación visual que despliega Woodring es deliciosa, convirtiendo este libro en un apetitoso objeto de arte. Hay que decir que Fulgencio Pimentel, la editora que se ha embarcado en la recuperación de este título, lo presenta como el primer volumen recopilatorio de las aventuras del personaje, por lo que, quien se anime a abrir la puerta, a cruzar el espejo, a cerrar los ojos y entrar en los sueños de Frank, tiene asegurada la continuidad del disfrute estético y de la emoción que se siente cuando uno se topa ante un artista de categoría. Posiblemente, una de las obras más creativas del cómic de las dos últimas décadas.
Javier Herrero
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