Jim Dodge
Stone Junction. Una epopeya alquímica (Alpha Decay, 2010)
No es fácil definir un libro como este. Lo que en él sucede, lo hace de una forma poco habitual y a una velocidad que provoca vértigo. Es como si nos introdujéramos en una espiral de acontecimientos que no somos capaces de prever de antemano ni de evitar que sucedan. Y lo mejor de ello, es que el escritor norteamericano consigue que penetremos en esta historia de más de 500 páginas con un progresivo sentimiento de estar siendo abducidos por un mundo diferente, mágico, perverso en ocasiones, pero, sin duda, fascinante.
El autor de la maravillosa novelita JOP (reseñada a continuación) se lució escribiendo esta aventura que denominó epopeya alquímica, con un protagonista. Daniel Pearse, que nace en las primeras páginas del libro y va creciendo en medio de aprendizajes que concitan engaño, sabiduría, misterio y sociedades secretas.
Jim Dodge es como un hippy de otra época, que vive aislado en un rancho de Sonoma (California) y que parece haber trasladado a esta narración algunos de los deseos que nacieron con aquella época de libertades y lucha contra las injusticias, menos complaciente que la de hoy día. Desde el inicio de la narración vemos cómo una extraña sociedad secreta (un poco al estilo de la Mesa Redonda) está dirigida a luchar contra algunos abusos de la sociedad reinante en aquellos tiempos (estamos alrededor de los años 70), fundamentalmente contra la energía nuclear. En medio de toda esta intriga, se cuela Daniel que desde niño es iniciado en el aprendizaje de cuantos trucos, ardides y artimañas pueda utilizar una persona para hacer del engaño el arma fundamental de su existencia. A lo largo de una trama que se convierte en una road movie, el joven protagonista estudiará con distintos maestros en el arte del disfraz, de las drogas y el alcohol, de la magia, del juego de azar... que descubrirán a Daniel que el mundo no es solo lo que aparenta. La riqueza con que Dodge dibuja a los personajes hace que estos se descubran ante nosotros como protagonistas de una leyenda moderna, imperecederos y grandiosos por su poder y su sapiencia.
No voy a desvelar la trama (sería demasiado complejo hacerlo) paro sí voy a animar a que el lector se deje llevar por un mundo irreal que pertenece al nuestro, que vibre con las múltiples aventuras que le suceden a nuestro protagonista a medida que va creciendo en edad y sabiduría, que disfrute con sus traumas y los de cuantos les rodean, que sufra con las pequeñas alegrías y excesos que se cuelan entre tanto desenfreno. Lo de epopeya alquímica le viene perfectamente a Stone Junction (que, por cierto, tuvo una primera edición en España titulada Introitus lapidis). Es una epopeya de personajes inolvidables y que te hace sentir como si te hubieras comido un ácido de aquellos que tanta literatura y música inspiró en los años más beatniks.
Jim Dodge
JOP (Capitán Swing, 2011)
Jake, un anciano de 99 años jugador de póquer tiene un secreto: hace años, un indio le enseñó la fórmula de un brebaje con aspecto de whisky que le otroga la inmortalidad. Su iniciativa lúdica le permite acumular el suficiente dinero para conseguir la custodia de su nieto, Peque, tras la muerte de los padres de este. Y se lo lleva a vivir con él en su granja. La vida discurre de forma pacífica, con sus tardes de cine, sus rutinas, la construcción de cercas y la presencia de Cepo, un jabalí destructor con el que nadie puede acabar, hasta que aparece una cría de ánade real –un pato– que resulta tener una personalidad deslumbrante. JOP (ese JOdido Pato) se aficiona pronto al whisky de Jake y cambia la vida de ambos. Jim Dodge ha escrito una fábula delirante y muy divertida, con frases que emocionan, con personajes que se convertirán en inmortales, como el propio Jake, que lo fue toda su vida. El escritor norteamericano es, como su personaje, un señor respetable que vive aislado en su rancho de Sonoma (California). Junto al delicioso texto, las ilustracciones sueltas y desgarbadas de Virginia Frieyro y una extensa entrevista de Kiko Amat realizada al autor.
Javier Herrero
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