miércoles, 25 de julio de 2012

La piel vendida


Vicente Pérez Herrero
La piel vendida (2005)
Divisa Home Video, 2012

En la más absoluta intimidad o en compañía, antes en el cine, más tarde con el vídeo y el dvd y actualmente online, el cine pornográfico, la pornografía en general, es uno de los sectores más consumidos y que mayor volumen de negocio genera en el mundo del cine, aunque muy poca gente se atreva a afirmar que la consume. Muchos aspectos del mundo que se relaciona con el sexo están imbuídos de un aura de malsano, de subterráneo, incluso de mafioso y de abusos, lo que, con mucha probabilidad, es cierto, algo que las autoridades no dejan de poner al descubierto constantemente. Sin embargo, existe una parte de ese mundo que se comporta como un negocio más, casi como cualquier otro de nuestra sociedad de consumo, que tiene precisamente en el sexo el motivo de consumo como un producto más que se vende a los muchos aficionados que tiene.


Hay otro aspecto de este mundo que seguramente tiene muchas teorías y explicaciones entre psicólogos, sociólogos o antropólogos. Se trata de ese componente voyeur que, en mayor o menor medida, casi todo el mundo tiene como regulador de sus necesidades o pulsiones sexuales. Es por ello que el cine pornográfico ha existido casi desde la invención del cinematógrafo, en sus inicios para uso y disfrute de gente adinerada, y en la actualidad, por muchas vías de comunicación, a disposición de casi cualquier consumidor. Porque, en realidad, lo que se vende no deja de ser un producto más, con el que se comercia casi como con cualquier otro, aunque tenga muchos puntos oscuros en su creación y puesta al servicio del disfrute de la sociedad.


Este motivo es el que llevó al cineasta Vicente Pérez Herrero a la realización del documental La piel vendida (2005). Un reportaje con el que nos introducimos en el escondido mundo de la producción de películas pornográficas, donde hablan los productores, los actores y actrices, los directores, los distribuidores y mucha más gente que orbita alrededor de este mundo, como los críticos Lucas Soler y Paco Gisbert y el especialista y catedrático Román Gubern.


Actrices como María Bianco (también productora y directora), Bibian Norai, Anastasia Mayo, Malena Conde, Laura Brent o Claudia Claire, entre otras, y actores como el celebérrimo Nacho Vidal, Roby Blake, Jorge Fernández o Roberto Chivas hablan con naturalidad de su vida como intérpretes de un género popular y veloz. Una vida de actuación con poco tiempo de vigencia, donde la familia, los novios y novias, las relaciones personales confluyen de maneras muy diferentes según sea el caso, pero que todos intentan transmitir como si de un trabajo normal se tratase, con la única diferencia que es su sexo, sus cuerpos y su capacidad de seducción y de excitar al espectador lo más valorado por, precisamente, los consumidores para que sus carreras sean exitosas.
Una forma de conocer un universo intrigante, lleno de tabúes y de recelos que crean sentimientos que, por otra parte, vienen apoyado por ese otro aspecto denigrante y sucio, ilegal y delictivo, que se mueve en la clandestinidad generando fortunas a las mafias y convirtiendo lo que es una actividad lúdica común a todo ser humano en algo reprobable. Sin embargo, este mundo del cine pornográfico es una industria más, que produce una infinidad de películas anuales y genera un volumen de negocio envidiable por el resto de la industria cinematográfica. Este documental es una forma de descubrir, también, que este mundo se mueve por aguas más tranquilas, más sosegadas y cotidianas que lo que los miedos y las críticas infundadas hacen creer a la sociedad.
Puedes ver el trailer de La piel vendida pinchando aquí.
Javier Herrero

2 comentarios:

  1. Creo que cada uno puede hacer de su c....un tiovivo, pero ver a los padres de la chica aceptar su condición de actriz porno me parece de una bajeza moral y social inadmisible.
    Y el novio aceptar su condición, salvo que ella a veces se corrió tantas veces en el día que no quiere ni ver un plátano cerca. Puajjjjj!!!

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    1. Menos mal que hay opiniones diferentes. Sobre todo si hay novios y padres que toleran esto, quiere decir que hay libertad, y la libertad es buena.
      Lo que no es bueno es generalizar, se puede hablar de lo que haría uno mismo, los demás tienen esa libertad y está mal tacharla, ya que si todos pensáramos igual, esto si que sería un Puajjjj!!!

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