jueves, 20 de septiembre de 2012

La chaise-longue victoriana


Marghanita Laski
La chaise-longue victoriana
Automática Editorial, 2012

Marghanita Laski
Un descubrimiento. En la segunda mitad del siglo XX, una novelita recupera el alma de aquellos títulos míticos de la literatura gótica con personajes tan míticos como Drácula, Frankenstein o con ambientes tan desolados como los relatos de Edgar Allan Poe. Se trata de La chaise-longue victoriana, escrito en 1953 por la británica Marghanita Laski (1915-1988). Un extraño relato en el que participa el argumento de los viajes en el tiempo... o quizás el de la transmutación de las almas en los cuerpos... o, por qué no, el de los sueños que se confunden con la realidad.
Cualquiera de estos temas está presente en la historia de Melanie, una joven mujer, acomodada y caprichosa, se encuentra convaleciente de una larga enfermedad contraída durante su embarazo y que la ha tenido postrada en cama durante meses. Tras el parto, difícil y peligroso, su estado de salud mejora y el doctor la permite que repose en otra habitación para poder recibir los rayos del sol del atardecer. En la habitación, una vieja chaise longue (un diván) victoriana, que compró mientras buscaba una cuna para su futuro bebé, le servirá ara pasar sus horas de reposo frente a la ventana... El sueño la vence... y un mundo nuevo aparecerá ante ella cuando despierte. Un mundo desconocido, aunque no tanto. Todo parece igual, pero todo es distinto. Se sabe fuera de su mundo pero también descubre vínculos con ese otro que parece ser de una época anterior. Y no sabe cómo salir de ahí. Parece que la chaise-longue es el punto de conexión entre ambos mundos.
Delicada y deliciosa, esta novela se recupera para disfrute de los que disfrutamos con el género de terror psicológico, con la novela gótica y con los fenómenos extraños que acontecen entre pasiones y amores destrozados o expectantes. La autora, mantuvo en vida una frenética y variada actividad en infinidad de disciplinas, además de la de novelista en la que trató multitud de géneros. Se dedicó a la radio como comentarista, reseñó acerca de novelas de ciencia-ficción en el periódico dominical The Observer y colaboró con el Oxford English Dictionary con más de 250.000 citas. También se declaró atea confesa y tuvo una activida muy importante en su país como defensora del desarme nuclear.
Una personalidad compleja y brillante que estimula por su fuerza y que, como poco, nos ha legado esta pequeña obra maestra de la novela que la recientemente creada Automática Editorial ha tenido el buen detalle de publicar.
Javier Herrero

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