jueves, 21 de junio de 2012

La doble vida de Verónica


Krzysztof Kieslowski
La doble vida de Verónica
(La double vie de Véronique / Podwójne życie Weroniki, 1991) Cameo

Se hizo internacionalmente famoso con su trilogía Tres colores sobre los colores de la bandera francesa y los valores que representan sobre la libertad, la igualdad y la fraternidad. Sus películas Azul (1993), Blanco (1994) y Rojo (1994) fueron, sin embargo, las últimas que filmó el director polaco Krzysztof Kieslowski (1941-1996), pues murió poco después de un ataque cardíaco mientras estaba escribiendo los guiones de una nueva trilogía sobre La Divina Comedia de Dante Alighieri (a pesar de que, tras Tres colores, había anunciado su retirada del cine).
Tres colores representan quizás el cénit de una carrera intensa, con guiones muy trabados y sugerentes, que se tradujo en una firma muy especial por su particular manera de contar historias, en un principio muy comprometidas con la situación del proletariado y de la sociedad y, posteriormente, mucho más intimistas, más cerradas, encuadradas en el ámbito de los miedos y las angustias personales de los protagonistas. Su famosa trilogía no fue, no obstante, la que le descubriera al público, pues ya mucho antes y con un cine realizado para la televisión, había logrado la admiración y respeto de la crítica internacional con su serie Decálogo, realizada en 1998, y dos de sus episodios que se convirtieron en películas para cine: la hermosa No amarás (1988) y la dramática No matarás (1998). Ambas conquistaron festivales como Venecia, Cannes o San Sebastián, proyectando al realizador más allá de las fronteras del telón de acero, donde, por otra parte, ya era un director admirado (aunque siempre con problemas de censura).


A partir de los años noventa, su producción se traslada a Francia y en 1991 filma La doble vida de Verónica, una de las obras maestras de su cine y quizás del cine europeo de finales del siglo XX. Se trata de una historia de dos personas, alejadas miles de kilómetros entre sí, que son como dos gotas de agua y que, de alguna forma misteriosa, están conectadas.
Irène Jacob consiguió con su doble papel el premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes. Doble papel, aunque sin aparentes diferencias entre uno y otro. Weronika es una mujer polaca que vive en Varsovia. A miles de kilómetros, en París, vive Véronique, la imagen idéntica de aquella. No se conocen mutuamente. Nunca se han encontrado, aunque el azar hace que lleguen a estar muy próximas. Sin embargo, ambas sienten que no están solas, que alguien muy especial las acompaña. Las dos, además, son huérfanas de madre, sienten pasión por la música y sufren la misma dolencia cardíaca.
Precisamente del corazón fallece la Weronika polaca durante su actuación como cantante en una obra sinfónico-coral de un autor polaco. Al momento de su muerte, como saltando un resorte automático, Véronique siente que ha perdido algo, una sensación que le llega durante la clase de música para niños que está impartiendo, precisamente en el momento en que ensayaban unos pasajes de la misma obra del autor polaco que interpretaba su relejo en Varsovia.


Posteriormente, en París, Véronique vive una extraña y deliciosa historia de amor, de idas y venidas, con un maestro titiritero y escritor de cuentos infantiles interpretado por Philippe Volter (1959-2005), que se enamora profundamente de esos misterios que se ocultan tras la mirada de cristal de la mujer.
La música, como en otras obras de Kieslowski, tiene un papel protagonista en La doble vida de Verónica. El autor de la misma, como las de su trilogía Tres colores o de la serie Decálogo, es de Zbigniew Preisner y, como siempre, es de una belleza impresionante, convirtiéndose en bandas sonoras inmortales del siglo XX. El guión de esta película, escrito en colaboración con otro habitual del director, Krzysztof Piesiewicz, transmite sensaciones, visuales, táctiles, sonoras... impregnadas de una belleza inmensa que el especial movimiento de cámara, la analítica mirada al interior de los protagonistas o el original montaje de Kieslowski logra para formular una extraña pregunta: ¿Pueden vivir a la vez dos personas que son la misma? O, dicho de otra forma, ¿puede una persona existir dividida en dos?
Maravillosa e inolvidable.
Puedes ver la hermosísima secuencia de las marionetas
de La doble vida de Verónica pinchando aquí.
Javier Herrero

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