viernes, 3 de octubre de 2014

Franco



Stanley G. Payne y Jesús Palacios
Franco. Una biografía personal y política
Espasa, 2014

Casi dos generaciones han pasado ya desde que el 20 de noviembre de 1975 muriera el dictador que dirigió el devenir de nuestro país durante 36 años, Francisco Franco (1892-1975). Es lo mismo que decir que ya hemos vivido más tiempo desde su fallecimiento que lo que duró su régimen tras la dura, sanguinaria y cruel Guerra Civil. O dicho de otra manera, ya hay personas a punto de cumplir 39 años que nacieron en el tiempo posterior a la muerte del militar dictador.
Han pasado, por tanto, casi cuatro décadas desde que se acabara el régimen y por nuestra sociedad ha pasado de todo, desde un crecimiento económico-social indudable que ha mejorado las condiciones de vida de los ciudadanos hasta, en el lado negativo, distintas crisis económicas, mucha, mucha corrupción política y empresarial y una evidente desilusión de lo que se había esperado que fuera la democracia. Esto no quiere decir que estemos en disposición ni con intenciones de regresar a antiguos conceptos sociales, sino que quizás sea ya hora de revisar todo ese proceso y analizar lo que ha sido nuestra historia sin pasiones enfrentadas ni intereses espurios, en vistas, claro está, de reforzar los presupuestos democráticos, barrer la corrupción y alentar la participación ciudadana.
Todo este largo preámbulo para presentar un libro de reciente aparición en las librerías, Franco. Una biografía personal y política, que trata sobre la vida personal y política de ese hombre que gobernó los destinos de España durante casi cuatro décadas. Es evidente que, aún tras el tiempo pasado desde su muerte y la finalización de su régimen, la figura del dictador (que murió en su cama) sigue levantando pasiones encontradas que solo el tiempo acabará por disipar. También es evidente que los jóvenes estudiantes de hoy día estudian la figura de Franco como si fuese la de Carlos V u otro gobernante de tiempos remotos, sin que tengan conciencia clara de quién fue ese que determinó la vida directa de sus abuelos y, por ello, la de su propio país, en el que ahora viven. Somos lo que somos y estamos donde estamos por nuestra historia y difícilmente vamos a solucionar muchos de los problemas que hoy nos atañen si no somos capaces de analizar los orígenes de los mismos desapasionadamente y sin sectarismos (no olvidemos que España ha sido de los pocos países del mundo que, tras la salida de una dictadura no ha hecho juicio, aunque sea solo moral, de su oscuro pasado reciente).

Uno de esos cuadros victoriosos con los que se retrató al dictador.
Así, a un año de cumplirse cuatro décadas del fallecimiento de Franco, aparece esta extensa biografía del personaje y de la persona, firmada por dos historiadores de reputada imparcialidad y experiencia, el hispanista estadounidense Stanley G. Payne y el periodista e historiador Jesús Palacios. Hay otras biografías del dictador publicadas a lo largo de la democracia, con más o menos sesgo político hacia un lado u otro, pero lo que puede enriquecer a esta es la inclusión de muchos de los papeles desclasificados por los gobiernos de Estados Unidos y de otros países europeos, entre ellos Alemania y el nuestro, entre los que destacan los (escasos) archivos privados del mismo Franco, los pertenecientes a la Alemania nazi y los del Ministerio de Asuntos Exteriores español. Además, se nutre con declaraciones directas de la misma hija del gobernante, Carmen Franco Polo, extraídas de distintas entrevistas realizadas en 2008. Todo eso y un esquema narrativo simple logra desmontar muchos de los mitos y leyendas que -inevitablemente- siempre rodean las figuras de los personajes que han detentado tanto poder sobre un pueblo como el que tuvo Franco durante su largo régimen.
Aporta también algunos aspectos de la vida de la persona, del padre y marido, de su relación con su (sobre todo en la última época) todopoderosa esposa Carmen Polo (1900-1988), o de su religiosidad e ideas sobre la república y la tan traída y llevada aversión hacia la masonería.
La historia -y los historiadores como herramienta para que se cumpla- acaba situando a los personajes en su sitio, siempre y cuando logre investigarse sin condicionamientos políticos ni intereses económicos o clasistas. Y en España ya es hora de que hagamos un verdadero repaso de quienes nos gobernaron y también de quienes nos gobiernan. Conocer nuestros errores es la mejor manera de no caer nuevamente en ellos.
Javier Herrero

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