martes, 29 de abril de 2014

Abel Sánchez


Miguel de Unamuno
Abel Sánchez
Alianza Editorial / El Libro de Bolsillo, edición 2014

Una novela de pasión, es el subtítulo que le puso Miguel de Unamuno (1864-1936) a su difícil novela Abel Sánchez, publicada en 1919 por el escritor bilbaino. Y digo difícil por el tema que trata en ella, la envidia, la disección “quirúrgica” de el que es considerado el pecado más característico de los españoles. Unamuno narra la historia de dos amigos a lo largo de toda una vida, Abel Sánchez, apreciado, exitoso, artista, expansivo... y de Julián, su amigo íntimo de la infancia, estudioso, introspectivo, trágico y profundamente celoso de los avatares vitales de Abel, al que termina considerando fuente de todas sus desgracias.
Se trata, como bien dice el subtítulo, de una verdadera pasión que trastoca una vida, algo así como si fuera una trasposición narrativa del mito bíblico de Caín y Abel. Para enfatizar el drama, Unamuno utiliza su fina e irónica narrativa poniendo de paso en evidencia muchos de las injusticias que el drama clásico tiene y que, por ello, se convierten en arquetipos de esos comportamientos de nuestra sociedad a los que acabamos denominando envidiosos.
Como apunta en el prólogo el poeta, narrador y ensayista salmantino Luciano González Egido, fue una novela a la que Unamuno le costó sacar adelante y que no le reportó demasiadas alegrías, pues fue recibida muy friamente en su publicación, quizá, visto todo ello con el paso del tiempo, porque Unamuno logra con ella poner el dedo en la llaga y la herida escuece de tal manera que no es fácil reconocer que una sociedad sufre de los males retratados. Sin embargo, hoy día es una obra admirada por su fina prosa, por la elegancia con la que plantea la vida y aconteceres de los protagonistas, por ese tratamiento casi de doctor con el que analiza la envidia como mal que corroe el interior de las personas. Una obra maestra, pequeña en extensión, sí, pero de gran amplitud en cuanto a lo que en ella se trata y sobre todo, en cuanto a cómo se narra, con una peculiar y muy interesante narración doble. Por un lado, la del narrador-escritor, Unamuno, que cuenta la vida de los personajes y, por otro, la de las confesiones de Julián, a modo de larga epístola, que cuenta sus sentimientos más íntimos al respecto de su relación con ese Abel casi bíblico que le acompaña durante toda su vida.

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