jueves, 7 de noviembre de 2013

Fiódor Dostoyevski

Retrato de Fiódor Dostoyevski realizado por Javier Herrero

Fiódor Dostoyevski
El eterno marido y otras obras
El Libro de Bolsillo / Alianza Editorial, edición 2013

Monumento a Fiódor Dostoyevski en la ciudad de Omsk.
La revolución industrial en Rusia a mediados del siglo XIX supuso un revulsivo social que afectaría a todas las capas de la sociedad, desde los, hasta entonces, siervos que se transformaron en obreros y mano de obra al servicio de la incipiente industria, hasta los terratenientes, que transformaron sus mecanismos para utilizar en su beneficio a aquellos que haste ese tiempo habiían sido poco menos que sus esclavos.
Las estructuras sociales se transformaron de tal modo que ese cambio acabó reflejándose en la literatura. Los autores empezaron a interesarse por las capas bajas de la sociedad y por los problemas que a estas les atañian en relación con la sociedad burguesa y los nacientes sistemas de producción masiva. Uno de los escritores que mejor retrató esa época de cambios fue Fiódor Dostoyevski (1821-1881), autor de un corpus literario inmenso que dibuja con fina pluma y gran fidelidad el momento que sufría su país (casi cien años después de que ocurriera en otras sociedades europeas). Junto a la obra de Leon Tolstói (1828-1910) y a Antón Chéjov (1860-1904), la literatura de Dostoyevski se convirtió en el más grande movimiento de descripción de los sentimientos de la sociedad, incidiendo especialmente en el sentir de los individuos, por lo que vino a denominarse Realismo psicológico. Por otra parte, la obra de Dostoyevski es una evolución natural de la de otro gran escritor ruso, Nikolái Gógol (1809-1952), del que el mismo Fiódor se sentía deudor. Una obra que recorre todos los ámbitos de la sociedad con historias intensas, emocionantes y repletas de personajes inolvidables que casi se han convertidos en arquetípicos de muchos de los problemas que aquejan a las sociedades industrializadas, y aún hoy día, casi siglo y medio después, siguen siendo válidas y en plena actualidad.


Historias que hablan de la soledad y la vacuidad del hombre inmerso en la vorágine de la nueva sociedad urbana que se estaba gestando por aquél entonces, como relata en su breve novela Apuntes del subsuelo (1864). También escribió Dostoyevski sobre la legitimidad del crimen y de la utilidad de hacer el mal en una sociedad arisca que humilla constantemente al individuo sin tomar en consideración su sufrimiento personal entre el bullir constante de gentes, mercancías y dinero. Es el argumento sobre el que se desarrolla la trama de una de sus muchas grandes obras maestras, Crimen y castigo (1866).
El nihilismo y la vida como un impulso poco reflexionado en el devenir de las circunstancias es una constante en la obra del escritor ruso. En El idiota (1868), escrita durante un viaje del autor por Europa, enfermo y huyendo de sus acreedores, escribe sobre la talla ética del príncipe Myshkin, un personaje ingenuo y muy quijotesco que cree que todo el mundo es esencialmente bueno. La relaidad le golpeará con toda su crudeza y la perfección moral del protagonista se verá atacada constantemente por el poder del dinero.
Otra de sus magnas obras, Los demonios (1870), describe un horrendo suceso criminal que realmente sucedió y fue muy sonado poco tiempo antes de escribir el libro. La trama se centra en el juicio que sucedió al suceso y se centra fundamentalmente en las motivaciones y justificaciones de las acciones revolucionarias y del crimen con unos objetivos reivindicativos (¿no es actual esto?), con un profundo trasfondo político, ideológico e, incluso, metafísico indudable.
No obstante estas grandiosas obras maestras, a las que había que añadir El jugador (1867) y Los hermanos Karamazov (1880), Dostoyevski cultivó también la novela más breve (en extensión, que no en cuanto a su análisis y descripción de personajes y sociedad).
El doble (1846), obra de su primera época, podría ser entendida como un clarividente anticipo de lo que muchas décadas después escribiría Franz Kafka (1883-1924) en El proceso (1925). En ella plantea Dostoyevsi una situación casi grotesca de doble personalidad oficial enredada en una burocracia insalvable, desquiciada e inhumana.
Casi contemporánea a Los demonios es otra fabulosa novela corta: El eterno marido (1870), una fina y sarcástica trama de celos, infidelidades y roles sociales, a ratos, incluso muy divertida. En ella narra el encuentro de un vividor, neurasténico y poco resolutivo, con el viudo de la que una vez fue su amante, un tipo excéntrico que muestra una personalidad en los límites de lo maniaco y lo depresivo y al que el otro define como el perfecto marido ente la vida. Dostoyevski une a la figura del clásico don Juan (con múltiples facetas y lleno de irregularidades) con la del cornudo, agresivo a la vez que respetuoso, pero voraz y torturador. Una novela llena de diálogos vehementes y brillantes.
Alianza Editorial sigue la reedición de su Libro de Bolsillo y, dentro de ella, de las obras maestras de Fiódor Dostoyevski, casi en su totalidad con las magníficas traducciones de Juan López-Morillas (1913-1997). Un autor imprescindible y emocionante del que una vez una amiga afirmó, uniéndolo a la obra de Tólstoi: «los rusos nunca me fallan».
Javier Herrero

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