Jim Dodge
El cadillac de Big Bopper
El Aleph, 2007
El 3 de febrero de 1959 una avioneta se estrelló en un remoto lugar, un maizal del estado de Iowa. En ella viajaban tres leyendas del rock’n’roll: Ritchie Valens, Buddy Holly y The Big Bopper, que fallecieron junto al piloto, un suceso que se recuerda como El día que murió la música, un suceso que aparece en la famosa canción American Pie, en la que Don McLean quiso homenajear a estos músicos.
Esto sucedió en la vida real y dio pie a un curioso y original escritor de California llamado Jim Dodge para elaborar el argumento de lo que sería su segundo libro, Not fade away (1987), titulado en la traducción española como El cadillac de Big Bopper. Sus otros dos libros traducidos (y tan fascinantes como este) son JOP (Capitán Swing, 2011) y Stone Junction. Una epopeya alquímica (Alpha Decay, 2010).

Desde ese momento, el libro se convierte en una disparatada road movie en la que las drogas, el rock’n’roll y el estrambótico sentido de la libertad que tiene Gastin son los verdaderos protagonistas. A lo largo de si alocado viaje, George se va encontrando con multitud de personajes, como poco tan alejados de la realidad como la mente del conductor, a través de los cuales se ven desfilar muchas manereas de entender el mundo, las relaciones personales, la religión, el amor, la fantasía, los sueños y las pesadillas.
Es como una caída libre y sin freno por el laberinto de la locura, un viaje a los infiernos que arden en los recovecos de la mente desquiciada y alterada del protagonista, un infierno que arde con las alucinaciones de los compañeros que va cruzándose durante el trayecto hasta ese lugar indeterminado donde murió la música. Como fue en la película Easy rider (Dennis Hooper, 1969) o en el libro En el camino (Jack Kerouac, 1959), pero sin que el mundo hippie aparezca en absoluto, aunque sí con todas las drogas, anfetaminas sobre todo, a las que es adicto George.
El cadillac de Big Bopper es una hermosa, delirante, vertiginosa y divertida alegoría del amor y de los amores por descubrir y de aquellos que pasaron. Es un canto a la locura y al desorden mental, brillante y maravillosamente escrito, repleto de reflexiones desconcertantes en medio de ese caótico deambular de situaciones y personajes.
Como dice en el prólogo Kiko Amat, un enamorado de la obra de Jim Dodge, este libro es como una invitación a «una fiesta que nunca va a terminar» y añade, además, que siente envidia de los que entran por primera vez en el libro, «una experiencia inigualable». Un libro trepidante que acelera con el pedal de ese Cadillac protagonista y adquiere velocidad de crucero, a lo que no se puede escapar una vez comenzada su lectura. Un viaje literario infrecuente y casi milagroso, de esos que escasean en las estanterías y se convierten en vivencias únicas. Un libro lleno de anfetaminas, rock’n’roll, fantasmas, paletos, alcohol y, como no, mucho, mucho amor.
Puedes leer las reseñas de JOP y Stone Junction aparecidas en El Desconsciente pinchando aquí.
Javier Herrero
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