24 Frames
El pasado 12 de diciembre, por casualidad,
me acerqué al Mercado de San Antón, en el centro
del barrio de Chueca de Madrid, donde se iba a iniciar una actuación musical
encuadrada en la iniciativa denominada La Musiquería. Una casualidad y una sorpresa que me sirvió para conocer en
directo a 24 Frames.
Víctor Montesino (contrabajo), Fernando Alandes
(batería y percursión), Luis Erades (saxos y
clarinetes), Tomás Esteras (pianos, teclados,
guitarras, efectos) y Daniel Esteras
(proyecciones) forman 24 Frames, un conjunto
singular que realiza una propuesta musical atrevida y arriesgada, a medio
camino de muchos estilos, con el formato de jazz como sustento principal, pero
con la mirada puesta en las vanguardias, el rock y, sin duda ninguna, el cine. Desde
su mismo nombre hacen referencia a una intención creativa: la de aunar y
conjugar imágenes, sonidos y sensaciones, tanto las de ellos como las del
público que les escucha y crear así una obra que funda muchas corrientes y
experiencias, inquietudes y vibraciones. Como dicen ellos mismos, esta
iniciativa “surge de la inquietud de sus miembros de combinar estas disciplinas
artísticas, partiendo de la idea de que el arte existe sin el público, pero que
sin él pierde su sentido”. En breve van a lanzar al mercado su primer disco, Mise en abyme, un nombre que procede “de una expresión francesa con la que se nombra a
la figura retórica que consiste en imbricar una narración dentro de otra, en un
juego en el que un arte contiene a muchos otros en su interior”. De forma
paralela al lanzamiento, inician una gira que quiere mostrar las inquietudes
artísticas de una banda de jazz de nuestra era, de unos músicos que se nutren
con la herencia pero que quieren crear un vínculo musical con el riesgo y las
emociones a partes iguales. Las primeras fechas de este tour musical están
previstas para el 22 y 25 de enero en la ciudad de Nantes (Francia), en la Université de Nantes y en Au chat noir, respectivamente, y para el 9 de febrero en el Café Berlín de Madrid, dentro del festival Madrid es Negro.
Os presentáis con una propuesta
multidisciplinar que quiere fundir la música y el cine, el videoarte, los
sonidos, dar protagonismo al espectador... Explicadnos vuestros propósitos.
VÍCTOR: A
todos los componentes de la banda nos encanta el cine y creemos que nuestra
propuesta sonora evoca mucho a imágenes, de ahí que el proyecto se centre en
esa conjunción audiovisual. No hay dos conciertos iguales, el proceso va
creciendo en desarrollo e intención cada vez que tocamos. Un proyecto en
constante evolución y sin un destino fijo.
LUIS: Lo que
proponemos no es ni mucho menos novedoso. Nuestra propuesta implica una doble
oferta al público: por un lado está la música, que en sí misma ya puede ser
imagen en el espectador, y por otro lado está el cine, el “videoarte”, la
imagen en movimiento, o como se quiera llamar. En nuestros conciertos, habrá
quien quiera conjugarlas, y habrá quien quiera concentrarse en una de las dos,
alimentándose recíprocamente entre ambas, de manera subjetiva. Intentar fundir
estas disciplinas objetivamente y pretender que todo el mundo sienta (o no
sienta) lo mismo al percibirlas, nos convertiría en completos idiotas sin
escrúpulos. Nosotros sugerimos una suma de elementos que no siempre tendrán un
orden establecido. Cuando dispongamos de los medios adecuados, incluiremos la
improvisación en las proyecciones, para que tanto la música como la imagen
adopten una forma de vida diferente en cada actuación.
DANIEL:
Nuestro propósito es trabajar para un proyecto en constante evolución y sin un
destino fijo.
Desde vuestro mismo nombre, tenéis
referencias al cine (aunque en este mundo digital los 24 fotogramas parezcan
cosa del pasado).
VÍCTOR: Siempre existirá un hueco para nostálgicos.
FERNANDO: En
esta banda hay gran simpatía por el mundo viejuno, nos gusta lo clásico. Un ampli
antiguo a válvulas, un Fender Rhodes, un ride de
los 60, un contrabajo... En el nombre también hay algo de apego hacia la raíz
de las cosas.
TOMÁS: Así
como los veinticuatro cuadros por segundo llegaron cuando llegó la banda sonora
a la película, creo que este proyecto sonoro tiene algunos lugares comunes con
el lenguaje cinematográfico. Basta acercarse a escuchar 24 Frames para
descubrir poco a poco partes que se crean y desaparecen dentro de los temas
como si de secuencias o escenas se tratasen. Planos detalle y planos generales,
cámaras subjetivas y lentos travellings que
acercan y alejan al oyente por un espacio sonoro que creo que puede llegar a
funcionar en muchas ocasiones como un espacio visual, como la propia imagen.
Quizás es el concepto de montaje el que más nos interesa a la hora de concebir
nuestros temas, y es esa herramienta de montar trocitos de obra la que más
libertad suscita en nuestro proyecto.
Sois muy jóvenes y, a pesar de ello,
vuestra música suena con una madurez sorprendente, con composiciones complejas
y muy elaboradas.
VÍCTOR: Al
cabo de dos años de composición y desarrollo, los temas aún no están
finalizados, siempre están creciendo. Nadie sabe como acabarán siendo esos mismos
temas dentro de cuatro o cinco años.
FERNANDO: Algunos estamos menos jóvenes que otros. Parte del lenguaje y del concepto de
24 Frames se lleva gestando desde hace muchos años. Esta reunión ha permitido
dar rienda suelta a inquietudes artísticas que no eran posibles en otras
formaciones. Mise en abyme ha sido un hijo muy
querido y buscado, aunque todo el proceso compositivo y de gestación de la
banda ha sido muy natural, nada ha sido fruto de la casualidad.
LUIS: Personalmente, no creo que nuestra música suene con una madurez sorprendente.
Es, precisamente debido a nuestra juventud, a que nos queda mucho por aprender,
que arriesgamos más a ciegas que a sabiendas, cosa que puede dar lugar a
composiciones, formas o estructuras más elaboradas, o aparentemente complejas,
pero no por ello maduras. Alguien dijo por ahí que el único arte posible es el
de los niños. Yo digo que ni una cosa, ni la otra.
¿Qué valor le dais a la improvisación en
vuestra música?
VÍCTOR: Partimos de una estructura que asemeja al concepto estándar de jazz, con una
parte melódica donde todos vamos a una, pero a la hora de hacer vueltas de
improvisación esa parte nunca está cerrada, nos vamos escuchando los unos a los
otros hasta llegar a una marca aleatoria que vuelva a poner todo en sintonía.
LUIS: La
improvisación no se puede desvincular nunca de la música, depende del contexto
en el que suceda. Desde Sebastian Bach hasta John Cage, desde África o Asia
hasta el corazón de Chicago o de Berlín, compositores e intérpretes se basan en
la improvisación o se sirven de ella para crear música. Nosotros no somos
grandes improvisadores a nivel solista, simplemente es una herramienta más con
la que nos sentimos bastante cómodos.
TOMÁS: Creo
que no hay nada que colabore más a que unos músicos se sientan realizados,
puede incluso que felices, haciendo música en conjunto que el hecho mismo de
crear un tema y luego trabajar en él de tal manera que puedan abrirlo tan
amplio, tan profundo como puedan sus propios conocimientos y permita su
habilidad a colaborar en combinaciones y permutaciones armónico-melódicas entre
los distintos instrumentos. Creo que si una banda funciona, y tiene que girar,
ensayar, trabajar seriamente, eso es lo que le mantiene más unida.
Gato Barbieri, John Coltrane, King Crimson,
Dave Liebman… Aromas a Miles Davis, incluso a Philip Glass… Son mundos muy
diferentes que parecen confluir en vuestra música de manera natural y sin
complejos.
VÍCTOR: No
nos cerramos a nada, bebemos de muchas cosas y todo lo llevamos a nuestro
terreno. Al final uno va creando su propio estilo.
LUIS: Complejos nunca. Cada cual, según su educación y cultura (entre otras muchas
cosas), siente lo que escucha de una forma indeterminada. No hay una pretensión
de sonar como tal o como cual, solo las ganas de disfrutar tocando juntos, sin
pararse a pensar en estilos, creencias o religiones sociales.
TOMÁS: Creo
que lo que más me motiva a la hora de participar en 24 Frames es la posibilidad
de mezclarme y confluir con el resto de compañeros: nuestros caminos personales,
influencias, objetivos, aprendizajes y formas de ver la música se cruzan a
diario y la forma sobre cómo nos planteamos todo, cómo cada uno quiere aportar
lo que cree y lo que siente lleva a los temas a que se sientan como una
amalgama de colores que huelen a muchas cosas, casi sin querer, naturalmente.
Vuestros gustos o influencias musicales…
VÍCTOR: Infinitas. Desde el quinteto de Miles Davis, el trío de Bill Evans, los discos de Coltrane de mediados de los 60, Avishai Cohen... hasta grupos como Cinematic Orchestra, Karate o los primeros discos de Portico Quartet.
FERNANDO: 24
Frames es un grupo que te permite experimentar y meter en la coctelera todo
tipo de sabores. Hay muchos gustos comunes pero prácticamente en cada ensayo
aparecen nuevas referencias musicales, cinematográficas, artísticas en general.
Estos chicos no paran quietos. Nombraría a Truffaz, Asian Dub Foundation,
Porthishead, Beastie Boys, John Zorn, Jose James, Mos Def...
LUIS: Sun
Ra, Igor Stravinsky, José Lezama Lima, Erik Dolphy, Soft Machine, Gaspar Noé,
Charles Ives, Anthony Braxton, Lüger, Art Bears, Thelonius Monk... No sé, cada
día una cosa.
TOMÁS: Tchaikovsky, The Mars Volta, Sbjörn Svensson, Art Blakey, Matthew Hallsal,
Standstill, Shamek Farrah, Nick Drake, Radiohead, Mahler…
Hacéis referencia a que en España no se
estimula en ningún medio la difusión de músicas diferentes, al margen de los
estándares de pop y rock, tal y como ocurre en Alemania, Francia, Holanda…
VÍCTOR: Creemos que hay público para todo tipo de música, tanto en España como fuera de
ella. Lo difícil, tal vez, es encajar en la música etiquetada. Intentamos
buscar nuestro sitio entre el público y mercado español, pero el no tener una
etiqueta definida y clara hace que, por ejemplo, los promotores no sepan si
somos un grupo de festival de jazz o de música indie. Creemos que otros países están más abiertos en ese sentido.
LUIS: Históricamente nuestro país espera en la cola de la evolución a todos los
niveles: político, socio-cultural, tecnológico-científico... La panacea no se
sabe cuál es, ni si está en otros países de Europa. Circuitos musicales,
minoritarios o pseudo-minoritarios, hay en todas partes, lo que varía es la
cobertura mediática o institucional que se le da. De todas formas, el siglo XX
nos ha dejado tal cantidad de música que nos llevará años y años digerirla.
Creo (no sé) que hoy día todo marcha demasiado rápido para el ritmo natural del
arte. Pero desde luego, si quieres comer de la “mierda” que haces, España no es
tu país.
TOMÁS: Creemos que la estimulación es pobre, desde luego. Y nos sorprende, porque aquí
hay músicos realmente buenos. En una ciudad como Madrid residen y actúan
músicos jóvenes de una talla y una vanguardia apabullantes que, sin embargo,
carecen de la cobertura y del circuito de salas y festivales que se merecerían.
Eso sí, como casi todo por estas tierras, el escaso circuito que hay tiene un
acceso difícil, lleno de trabas, con dinosaurios y empresarios ajenos a la
música moderna.
¿Existe hoy un circuito profesional en
nuestro país (al margen de los grandes festivales de jazz) dispuesto a acoger
estas experiencias musicales más arriesgadas? Recuerdo que en los ochenta había
pequeñas discográficas que se arriesgaban con experimentos sonoros muy
interesantes.
VÍCTOR: Existir, claro que existe. Hay un circuito muy interesante de espacios
autogestionados donde dan oportunidad a todo tipo de música y nuevas
tendencias.
FERNANDO: En
este país las palabras música y profesional son raramente conjugables. Una vez
aceptas ese precepto, si buscas, puedes encontrar espacios acogedores y
personas implicadas con el arte libre y vanguardista. Afortunadamente, cuando
fallan las instituciones aún se puede creer en las personas.
Habladnos de ese primer disco vuestro que
pronto verá la luz.
VÍCTOR: El
disco está en proceso de mezcla. Es un trabajo hecho con mucho cariño producido
por nosotros mismos, grabado y mezclado por Ignacio Madero.
FERNANDO: Hay mucha sinceridad en este trabajo y mucha humildad. Ha sido juntar
inquietudes, mucha energía, unos cuantos instrumentos viejos y algunos pedales
de efecto. Y rompernos la camisa...
LUIS: Creo
que aún es pronto para hablar de él. Todavía no sabemos bien a qué huele.
¿Qué proyectos hay para presentarlo en
directo?
VÍCTOR: Empezamos a rodar a principio de año, tenemos varias fechas en Madrid y Nantes.
En un principio habíamos fijado la fecha de presentación el 9 de febrero en el
concierto que daremos en el Café Berlín, pero es probable que para ese día no
dispongamos del álbum en una forma física. Aún así, nos lo tomamos como una
fecha muy especial, tanto por el lugar como por el marco en el que se engloba.
TOMÁS: Lo
primero en lo que estamos muy concentrados es en acabar de mezclar el disco,
exactamente como lo concebimos. Una vez tengamos el producto final, creemos que
lo más interesante es encontrar a las personas adecuadas para que nos muevan
allá dónde pueda interesar nuestro proyecto. Creemos que lo que hacemos puede
resultar atractivo para el espectador que busca algo más y vamos a intentar
estar en los festivales, salas e iniciativas que busquen proyectos diferentes y
reflexivos para el oyente.
Parafraseando a Larra, ¿hacer jazz en
España es llorar?
VÍCTOR:
Hacer jazz es no llegar a fin de mes.
FERNANDO:
Hacer Jazz es gritar. En el Madrid del siglo XXI o en la calle 52 de New York
en los años 50. En este mundo hacen falta muchos gritos aún y gente con ganas
de alzar la voz... Que me disculpe el señor Larra.
LUIS: No
conozco a la perfección tanto la naturaleza del jazz como la historia de España
para hacer esa afirmación. Nosotros no creo que seamos jazzistas, pero sí muy
aficionados a esa música, y en el local de ensayo nunca hemos llorado, más bien
al contrario, siempre estamos de risas. Que vivamos en España es
circunstancial. Supongo que nadie me parafraseará nunca.
Recomendadnos algo nuevo, diferente, en
consonancia con vuestra propuesta.
VÍCTOR:
Suffer Like G Did, Trip Jazz Quartett, Florian Hoefner, Max.Bab...
FERNANDO:
Antonio Sánchez trio-quartet, Chris Dave and the Drumhedz, Blakroc, Mark
Guiliana's Beat Music...
LUIS:
Consonante o disonante con nuestra propuesta, yo digo: Cró!, Acoustic Ladyland,
Kit Downes, 12twelve, Chromb...
TOMÁS: Lo
que está haciendo Matthew Hallsal me interesa. El trabajo de Erik Truffaz o los
primeros discos de Mars Volta creo que han sentado bases innegables. Los
músicos de Cinematic Orchestra, Johnny Greenwood en el cine, la Big Band de
Matthew Herbert, lo nuevo de Drexler, Feist, Sufjan Stevens…
Puedes oir una grabación en directo de L'Arrivée d'un train pinchando aquí.
Puedes escuchar un fragmento de su
actuación en La Musiquería del pasado 12 de diciembre pinchando aquí.
Javier Herrero
Menudos gustos más brutales.
ResponderEliminar