Jean-Marc Vallée
Café de Flore
2011 (Cameo)
¿Es una historia de amor? ¿Es una fantasía de más allá de la conciencia? Quizás las dos cosas. Café de Flore habla de amores obsesivos y casi enfermizos, absolutos y absorbentes. También sugiere una historia de transmigración de las almas más allá del tiempo, de la vida a la muerte y de esta a la vida de nuevo.
También se habla en esta producción franco-canadiense de alteraciones emocionales en muchos sentidos. De la pareja que rompe unos lazos que parecían eternos y de la que comienza la eternidad en comunión de sensaciones. Alteraciones de la adolescencia desconectada con el devenir de los acontecimientos y de una niñez especial, atrapada en el azar genético de una enfermedad para siempre. También bucea en la feminidad ahogada y prisionera de una maternidad que lucha en contra de la maldición estadística.
Vanessa Paradis se reinventa y crea un gran papel atormentado y tormentoso en el que da vida a una mujer que da a luz un niño con síndrome de Down. Esto sucede en la década de los 60 y, extrañamente, parece conectado de alguna manera con la vida de un Dj de éxito de la época actual. Ambos espacios temporales sufren acontecimientos que están transformando las vidas der quienes los viven y de quienes les rodean.

Aparte los niños, el otro elemento utilizado por Vallée para intensificar sus climax y sugerir emociones intensas es la música, con una sosegada pero magnífica banda sonora que solo deja ver retazos puntuales de artistas como Pink Floyd, Sigur Ros, Nine Inch Nails o The Cure y, como no, con música para el Café de Flore interpretada por la misma Vanessa Paradis.
Una película que exige un cierto esfuerzo y no es placentera, aunque tampoco viscosa ni desagradable. Es más, el regusto que queda es casi de placidez y de intriga por las preguntas que solapadamente cuestiona.
Puedes ver el trailer pinchando aquí.
Javier Herrero
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